sábado, 17 de octubre de 2009

Somos simples soldados




“Solo los necesitados pueden cambiar el mundo. Nadie con los cuatro ases pediría que se vuelva a dar”, y esto sucedió en aquellos años de lucha. Los que daban la vida por Perón, fueron más allá de la frase; lo hacían literalmente. Lucharon por lo que habían conocido en los años felices del peronismo, donde los únicos privilegiados eran los niños y los ancianos eran respetados. Existía una sola clase de gente; la que trabaja. Hoy como están dadas las cosas, eso es casi imposible.

Fueron los despojados, los que tomaron las calles el histórico 17 de octubre de 1945, reclamando por la libertad de aquel coronel que los había escuchado y comprendido. Hoy recordamos ese día como el día de la Lealtad.

Aquellos trabajadores, fueron leales más allá de las traiciones, las persecuciones y el hostigamiento. Iniciaron su pelea con huelgas, sabotajes, caños y presencia permanente en su puesto de lucha. Nunca faltaron a sus obligaciones de militantes, activistas, o simplemente de trabajadores. Los laburantes siempre estuvieron, no aparecieron en los `70, reclamando protagonismo en las tapas de los diarios. El pueblo trabajador y peronista; el que luchó por el regreso del General, fue el que siempre puso los muertos para lograr después de 18 años de proscripciones, persecuciones, fusilamientos y torturas, que, como dijo la compañera Evita: “no hay fuerza capaz de derrotar a un pueblo que tiene plena conciencia de sus derechos”.

Esta conciencia plena de sus derechos la aprendieron en los hechos. Lo conquistado con jornadas laborales humanas y sueldos dignos. Con vacaciones pagas y aguinaldo, lugares para vacacionar y acceso a la educación para sus hijos y un sistema de salud para todos. Con pleno empleo en un país que se ponía de pie, para gritar quienes somos, mal que les pese a las grandes potencias extranjeras.

El 17 de noviembre de 1972, el objetivo estaba cumplido, Perón estaba en casa. No importó cruzar a pie el Río Matanza, dejar zapatos clavados en el barro, enfrentar la represión militar, con sus tanques y tropas en las cercanías del aeropuerto, tratando en vano de opacar la fiesta de un pueblo, que durante tantos años de sacrificios siguió fielmente a su líder conductor en el exilio.

Y fueron los trabajadores, encabezados por sus heroicos dirigentes, quienes lograron el milagro del regreso.

Fueron los que gritaron sin temor ¡Nada sin Perón!, los que pintaron los tapiales de la Patria con el símbolo inconfundible “PV”, Perón Vuelve, Viva Perón, Perón Volverá.

“De Perón para abajo, somos simples soldados”, declaró Rucci. Seamos otra vez soldados de la causa, rebelión y lucha, seamos de nuevo patriotas, seamos lluvia que limpie lo que los traidores deshonraron, seamos el aluvión zoológico sobre el gorilaje; y entonces, sí, seremos dignos del General del pueblo.