lunes, 1 de marzo de 2010

Se fue el compañero “François Lepot”


Las paginas compañeras a las que he entrado, anuncian, con mucho pesar, la muerte de un soldado de nuestra causa. Quisiera respetuosamente desmentirlos: a ningún compañero se le esta permitido morir, hasta que nuestra revolución este a salvo, hasta que las banderas de la Patria Justa, Libre y Soberana, flameen orgullosas sobre este bendito suelo.

El compañero Enrique Oliva no ha muerto, solamente, cambio de Unidad Básica. Se ha unido a los Comando Celestiales, desde ahí, junto al General y a Evita, al viejo Chiacha, mi abuelo y tantos otros; a los que no tenemos físicamente, pero si en espíritu, nos guían y dan fuerzas.

Periodista, docente, escritor y doctor en Ciencias Políticas, se desempeñó como profesor en las universidades de Cuyo y de Neuquén, de la que fue rector organizador antes de que se transformara en la del Comahue. Participó en 1951 de la fundación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), organismo que años después y a causa de su militancia peronista, lo despreció. No le importó: no quiso ser funcionario público si el precio era cerrar la boca y mirar hacia otro lado.

Entre 1991 y 1999, fue director de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, pero no descendió a las amaneradas ínfulas de ciertos diplomáticos de carrera. Y fue, sobre todo en los activos últimos años de su vida, un pensador al que, al igual que al gran Arturo Jauretche, no le gustaba que lo rotularan de intelectual. Sus credenciales eran otras.

Nos queda el inmenso vacío de saber que ya no lo veremos, pero también nos dejó sus enseñanzas, su ejemplo de vida, lucha y militancia. El valor y la picardía cuando utilizando su seudónimo, “François Lepot”, se desempeñaba como corresponsal de Clarín, desde Paris -así firmaba, cuando las dictaduras habían logrado prohibir su nombre- no pudieron impedir que “se las rebuscara”, para seguir haciéndose oír.

Un auténtico incorregible, emblema de lo nacional y popular. Hombre de letras, pero que no por ello, evitó la acción directa, arriesgando su propia seguridad en más de una ocasión.

Sólo quisiera agradecerle, con un “Gracias” grande y sincero.

Compañero Enrique Oliva: gracias por tus enseñanzas, gracias por no aflojar, por llegar a los 87 años con las fuerzas intactas; gracias por no abandonar jamás la trinchera; gracias por tantos años mostrando el camino. Aunque, hoy, parecen pocos; gracias, porque tu vida es ejemplo para los que quedamos. Gracias por darle significado a la frase “La Vida por Perón”

Hasta siempre, compañero, seguiremos con la lucha.

Natalia Jaureguizahar
Agrupación Arturo Jauretche

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