jueves, 11 de octubre de 2007

Sobre el “evitismo”

Quiero opinar sobre un tema del que algo se ha estado escribiendo hace algún tiempo pero que no hace mal recordar para aquellos que vemos con preocupación cierta incidencia “progre” que distorsiona la realidad en beneficio de preconceptos y parcializaciones de ésta. Distorsiones que hunden raíces en algunas polémicas que estaban presentes desde hace muchos años dentro del peronismo, y si digo del peronismo, es porque es el tema que interesa analizar en este caso. Me refiero a cierta corriente de “posicionamiento” dentro del denominado movimiento nacional y popular que hace una de sus banderas cierta reivindicación llamativa de la figura de Evita… pero bastante alejada, y cuando no directamente separada, del peronismo. Más concretamente de Perón. Esto no es nuevo pero no viene al caso hacer historia, aunque sí saber qué se esconde detrás de éste “evitismo” sin Perón. Es claro cual es el origen: ciertos sectores de la izquierda en cualquiera de sus remascos, quienes quieren levantar la figura de Evita en desmedro de la figura de nuestro General. ¿Y porqué? El presupuesto de que en realidad Perón , mas allá de ser un “buen tipo”, un simple “amigo del pueblo”, era un líder burgués reformista, y no, como nosotros lo consideramos, un conductor revolucionario. Para éstos sectores la revolución se desarrolla necesariamente por una lucha de clases donde un líder como Perón (jamás caudillo para ellos) poco y nada tiene que hacer en el desarrollo de la lucha del “proletariado”.

Haciendo una lectura descontextualizada y clasista de Evita, intentan (como lo recomendó el Che Guevara) utilizar sus palabras de modo descontextualizado o parcializado para incentivar el odio de clases. Justamente lo contrario a lo quería Perón…y Evita. Pero no: “líder burgués”, “bonapartista” o algún otro concepto de moda traído de los libros de los ideólogos del norte racionalista-progresista, son los repetidos apriorismos con los que se intenta minimizar la magna obra fundacional de nuestro conductor. Pero ¿acaso ésto tiene alguna clase de asidero en la pasión, la mística, y las ideas de Evita? Por supuesto que no; pero a eso se dedican los ideólogos progresistas: a reducir la realidad a la parte que ellos quieren y amoldarla -a la realidad- a ésa parte que siempre tienen que ver con las necesidades del ideólogo. Si la realidad no tiene nada que ver con el planteo, no importa, ya se le encontrará alguna ideologización posterior como hizo Marx para justificar el fracaso de la revolución en Francia inventando la explicación del “bonapartismo”. Jauretche sostenía que la defensa del socialismo (de tipo marxista, claro) es una implícita manera de eliminar al justicialismo como solución. El “evitismo” también y por eso nos preocupa. Porque se deforma el mensaje de Evita para separarlo -y hasta oponerlo- a la conducción política de Juan Domingo Perón. Y esto es inadmisible.

Doy por terminada esta breve reflexión, cerrando con palabras de la abanderada de los humildes:

“Sí, soy peronista, fanáticamente peronista.
Demasiado no, demasiado sería si el peronismo no fuese como es, la causa de un hombre que por identificarse con la causa de todo un pueblo tiene un valor infinito. Y ante una cosa infinita no puede levantarse la palabra demasiado.
Perón dice que soy demasiado peronista porque él no puede medir su propia grandeza con la vara de su humildad.
Los otros, los que piensan, sin decírmelo, que soy demasiado peronista, esos pertenecen a la categoría de los “hombres comunes". ¡Y no merecen respuesta!”

Compañero Andrés Berazategui