lunes, 29 de diciembre de 2008

MURIO EL COMANDANTE HACHA

Fue uno de los fundadores de los rebeldes campesinos UTURUNCOS, ya en la leyenda y en la tradición oral del criollaje peronista tucumano en los Montes del Cochuna

Por Enrique Oliva

27/XII/08
Se llamaba Santiago Transelino Molina, tucumano, deja una viuda, varios hijos y nietos criados a su sombra y ejemplo patriótico, en pobreza llevada con gran dignidad. Sin quejas. En la víspera de la reciente Navidad le llamamos para saludarlo y saber de su salud, como él lo hacía cuando podía para comunicar alegría y optimismo a sus viejos compañeros. Sin teléfono propio lo hacía desde la casa de un vecino, al otro lado de la calle. Pero no estaba en condiciones de trasladarse, aunque su esposa lo notaba mejorando.
Se fue con una bala policial en un muslo recibida en pleno monte hace casi medio siglo. La atención primera fue tortuosa como su descenso para ser atendido sin ninguna consideración ante la sangre perdida y la extracción del proyectil se fue postergando. Un tormento de por vida, pues en temporadas se desplazaba en su interior el trozo de plomo provocándole fuertes dolores y dificultando aun más su andar. El padecer asimismo de diabetes nunca hizo posible la intervención quirúrgica.
Los compañeros de Molina solían llamarlo también “el mexicano” por usar un sombrero aludo. Hombre de pocas y pensadas palabras tenía condiciones innatas de caudillo, lo cual unido a sus demostraciones de valor, manejaba el arte de conducir por convicción a sus hombres. Él contribuyó con eficacia a desmitificar al temido y sanguinario “fantasma del familiar”, haciéndoles comprender a sus paisanos que no eran seres extraños sino simples matones empleados de las patronales azucareras que de noche salían a los oscuros senderos de los cañaverales para golpear o matar a obreros protestones por las inhumanas condiciones de trabajo. Entonces, en lugar de huirles aterrados, empezaron a enfrentarlos. Y así, con ese convencimiento de los campesinos, comenzaron a disminuir los “desaparecidos”.
Es probable que los medios globalizados ignoren la muerte del Comandante Hacha, por no tenerlo en sus archivos.
Padeció Molina un ilegal juicio militar en Tucumán y más de tres años por las más rigurosas cárceles de la Patagonia y del Noreste del país (del frío al calor sofocante), siempre lejos del contacto con sus humildes familiares, en condiciones de preso común.
Un gaucho pobre, un peronista de permanente militancia, gestionando siempre mejores condiciones de vida para los campesinos tucumanos y de todo el país, mantuvo un real predicamento en las barriadas populares donde vivió, sin reclamar nada para si por sus grandes merecimientos y sacrificios. Seguramente en su tumba no faltará nunca una florcita silvestre o vela que lo recuerde y una guitarra criolla que trasmita la tradición oral de sus corajudas y generosas patriadas. Fue un auténtico argentino identificado desde su juventud hasta la vejez con las inquietudes sociales de los pueblos humildes.

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