Morir por la Patria
El 16 de Septiembre de 1955, las Fuerzas Armadas Argentinas alzaban sus armas en contra del pueblo.
Los fusiladotes ya habían demostrado su furia asesina en el bombardeo cobarde a civiles inocentes en Plaza de Mayo, en el cañoneo sobre Mar del Plata, en las bombas colocadas por los comandos civiles, para matar obreros en las puertas de los subtes. Quince mil compañeros presos, un millón de desocupados y un sin número de muertos, tiñeron con su sangre de peronista este suelo.
El desprecio por la vida de los golpistas no tuvo límites. Fusilaron a la Patria en la figura de Valle, en León Suárez, en las esquinas, en las fábricas y las casas obreras.
Tristemente célebre, recordada por la obra del periodista desaparecido Rodolfo Walsh, “Operación Masacre”, el 9 de junio de 1956, una rebelión cívico-militar, se alza en defensa del gobierno democrático del Gral. Perón, el intento de recuperar la democracia falló y la jornada terminó en tragedia, con numerosos fusilamientos de militares y civiles.
Este levantamiento respondía al descontento de un pueblo, masacrado el 16 de junio del 55 en plaza de Mayo, perseguido, oprimido, y privado de sus libertades. Mencionar la palabra Perón o Evita en esos años, podía significar la muerte.
Juan José Valle encabezó la revuelta con el objetivo de derrocar a los asesinos Aramburu y Rojas. Lo acompañaron el general Raúl Tanco, un grupo de coroneles, algunos oficiales, suboficiales y grupos civiles en el Gran Buenos Aires. En el interior estaba armada la red, en lugares como La Pampa, Córdoba, Salta, Rosario, y la provincia de Buenos Aires. Los ejes de la rebelión estuvieron en La Plata, Avellaneda, Lanús, La Tablada, Capital Federal y Campo de Mayo. El intento fracasó y los participantes fueron pasados por las armas, siendo fusilados civiles, suboficiales y oficiales. Algunos aplicando la ley marcial con retroactividad.
La “Libertadora” derramó sobre tierra argentina sangre de argentinos… Entre el 10 y 12 de junio 27 hombres entre civiles y militares fueron ejecutados por integrar el Movimiento de recuperación Nacional. Su delito: haber tomado las armas en defensa de la patria. Para que el festín estuviera completo, faltaba “ajusticiar” a Valle y a Tanco, para sorpresa de todos, Valle se presentó en el velorio de uno de sus camaradas fusilados, el Coronel Cortínez. Ese día la dictadura había anunciado que se suspenderían los fusilamientos si el General revolucionario se entregaba… él se entregó.
El martes 12 de junio fue conducido al I de Infantería de Palermo, donde lo interrogaron y condenaron a muerte. Trasladado luego a la Penitenciaría Nacional, fue pasado por las armas.
Dejó escrito en una memorable y última carta, entregada a su hija antes de morir: “Entre mi suerte y la de ustedes – le dice al General Aramburu- me quedo con la mía (…)”
“En cada cementerio hay una tumba abierta por sus manos” escribiría Susana Valle a Aramburu en Junio del 63, año en que el General golpista presentaba su candidatura a Presidente.
“…. El suyo es un camino tenebroso de sangre, de humillación y de dolor…”, continúa “…solo la antipatria y el odio podrán poner en las urnas su boleta. El pueblo no lo hará y UD. NO VOLVERÁ JAMÁS A ENSANGRENTAR ESTA TIERRA”
Natalia Jaureguizahar
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