BORRAR LA MEMORIA
El 16 de septiembre de 1955 Argentina vive uno de sus días mas trágicos, que inauguraría años de repetidos golpes de Estado, persecución y muerte. Nuestras Fuerzas Armadas se habían convertido en “Fuerzas de Ocupación”. Las armas que el pueblo entregara a los militares para su defensa se han vuelto contra el pueblo mismo.
Esta “Revolución” de 1955, es la reacción de la estructura colonial que desesperadamente pugna por sobrevivir, emprendiendo con fervor una tarea demoledora con odio pasional.
El pueblo está apesadumbrado, las armas de la patria ya no vigilan el cielo y el océano, ahora vigilan Plaza de Mayo y el Puente Avellaneda. Aramburu y Rojas son los jefes visibles de una tiranía siniestra, que se dedica a desmantelar inexistentes estructuras totalitarias y desalojar a la clase trabajadora de sus posiciones, tanto en lo material como en lo espiritual. Intervienen y saquean sindicatos. Las concentraciones en Plaza de Mayo, son prohibidas por decreto policial.
El pueblo no tendrá voz en el gobierno que se inicia. La Plaza de Mayo enmudece.
Hay hechos breves, ínfimos en su materialidad, pero de una inmensa significación: el tanque de guerra arremetiendo contra el busto de Evita, frente a la CGT expresa con insuperable elocuencia, el deseo de atropellar a las masas populares, arrancar de cuajo todo aquello que pudiera recordar al líder derrocado o a sus diez años de gobierno. Borrar la memoria, matarla, aplastarla.
Pero el pueblo se niega a olvidar.
La atmósfera está cargada de malos presagios y de tristeza. Se reiteran los panfletos, los papelitos con consignas y las cartas reales y supuestas del líder ausente. Nace la Resistencia Peronista.
Vendrán años de fusilamientos y opresión, pero no pudieron evitar que en los hogares humildes se dejara de venerar la imagen de Evita o de Perón. Como las casas de los peronistas más conocidos eran registradas, todos los recuerdos eran atesorados entre las reliquias más queridas de las familias.
¿Cómo destruirla a Evita si era la Santa de los pobres? El juguete esperado de los niños. Evita amada, por sus grasitas necesitados ¿podrían acaso los “Libertadores” arrancarla del corazón de su pueblo a ella o al General?
No lo consiguieron. Ese pueblo, sufrido, perseguido, luchó sin cansancio hasta la vuelta del viejo General, 17 años después.
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