miércoles, 26 de mayo de 2010

Presentes de prepo



MALVINAS ESTUVO EN EL FESTEJO DEL BICENTENARIO

Cuando se planteó el recuerdo del bicentenario no nos entusiasmaban los festejos oficiales, teniendo en cuenta el predominio de la versión “billiken” disfrazada de progresismo a lo Pigna que expresa la producción dominante por parte de la “intelligentzia” pagada con dineros públicos.
Sin embargo, la inevitabilidad del acontecimiento, así como cierta esperanza que nunca nos abandona, nos movió a indagar sobre la inclusión de la Causa de Malvinas en la conmemoración del Bicentenario. Para nuestro desasosiego, comprobamos que las cosas iban a estar peor de lo imaginado.
Desde el lado de los organizadores, se evidenciaba un inmenso hermetismo sobre cuáles serían los contenidos de Malvinas en la exposición del Bicentenario en la Avda. 9 de Julio.
Temíamos, más que a la ausencia de contenidos –cosa que ocurrió, finalmente-, a la representación exclusiva de los ex soldados combatientes a través del maniquí que simula a un soldado estaqueado, tal como lo exhibió el Ministerio de Defensa en ocasión del 25 aniversario de la recuperación de Malvinas. Sufríamos de solo pensar en una nueva exposición de fotos y textos de Federico Lorenz, a quien tanto disgusta el entusiasmo popular durante los días de la guerra, con esa actitud clásica de los que se definen a sí mismos como intelectuales. Nos deprimía la posibilidad de la exhibición de “Iluminados por el Fuego”, con el ubicuo Edgardo Esteban victimizándose junto a sus compinches.
Imaginando estas posibilidades, rogábamos que los organizadores se decidieran por poner nada. Nada. De Malvinas, no se exhibió nada. (A excepción del stand de Tierra del Fuego, que exhibió un documental de la periodista Carmen Miranda, jujeña radicada en la provincia más austral del país, sobre los viajes de los Familiares de los Héroes Caídos de octubre de 2009).
Luego, estaba el asunto de los desfiles. Por la prensa nos enteramos que sólo desfilarían militares en actividad portando banderas de las distintas unidades intervinientes en la guerra de 1982. Muy propicio para garantizar la disciplina.
Algunos amigos indagaron sobre la posible inclusión de algunos veteranos de guerra en el desfile, pero la respuesta fue negativa, bajo el pretexto que las organizaciones son “una bolsa de gatos” ¡Cómo si el Gobierno Nacional no tuviera nada que ver con la fragmentación de las organizaciones de los Ex Soldados Combatientes!
Por el lado de las organizaciones de Veteranos de Guerra, nos metimos en las páginas web y en las discusiones de los foros. “Que vamos…que no vamos…que hacemos un acto de protesta…que no hacemos nada…que frente al Congreso…que frente al ANSES…que el 25 de mayo…que el 3 de junio…que nos metemos de prepo en el desfile…que hacemos un desfile paralelo…” Finalmente, de este lado, tampoco.
Esperamos hasta último momento que se cerrara el debate, para sumarnos a la propuesta que surgiera de la mayoría. No queríamos protagonismo alguno, solo apelábamos a una decisión general, que nunca llegó…
Entonces, un día antes del inicio de los actos conmemorativos, alguien cayó y propuso: “¿Y si vamos nosotros, aunque seamos poquitos?”. “Vamos a explicarle al pueblo qué sentimos, qué pensamos. Mostrémosles que no necesitamos invitación a nuestra propia fiesta y en nuestra propia casa”.
Y decidimos ir. Definimos que nos instalaríamos con una mesita en algún lugar, priorizando dos temas: a) la campaña de Resistencia Civil por Malvinas, para boicotear la agresión británica de explorar ilegalmente nuestros mares para la explotación de nuestros petróleo, y b) la inclusión de todas las organizaciones de Veteranos de Guerra y Familiares de Caídos en Malvinas en la adecuación de los contenidos curriculares a la todavía inaplicada Ley de Educación Nacional.
Después de recorrer toda la muestra a lo largo de la Avenida 9 de Julio, decidimos plantarnos al pie del Obelisco.
Un día antes habíamos intentado difundir por los medios de prensa, las notas que le enviamos a la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner y al Canciller Jorge Taiana, peticionando la anulación de la autorización de los cuatro vuelos mensuales que realiza la empresa chilena LAN a Malvinas, y la gestión ante las Repúblicas de Brasil, Uruguay y Chile para que ejerzan actos concretos de bloqueo logístico a la plataforma petrolera británica que opera en nuestros mares.
Sólo nos dio bola el diario “Crónica”, pero advirtiéndonos que el eje principal de la nota debería girar hacia los festejos del Bicentenario, ya que esa era la atención principal de todos los medios de prensa en ese momento. Nos pareció útil, para poder manifestar nuestra desazón por la ausencia de la Causa de Malvinas en la conmemoración oficial.
El sábado 22 de Mayo, a las 10 de la mañana, nos juntamos unos pocos veteranos de guerra y familiares de Caídos en Malvinas en el Obelisco, lugar que elegimos por tratarse de un sitio no ocupado por el dispositivo del festejo, y porque reviste un significado para el movimiento de los Ex Soldados Combatientes, durante el nacimiento de sus primeras organizaciones.
Habíamos alcanzado a convocar por cadena de correos electrónicos, y algunos pocos llamados personales.
Entre los compañeros que estábamos, comenzamos a analizar qué era lo más conveniente, si permanecer en el lugar, demostrando que no fuimos invitados y manifestando nuestro descontento de esa manera, o integrarnos al desfile, para tomar contacto con el pueblo. Alguien dijo que de esa manera podíamos generar la confusión de haber sido invitados, lo que era falso, y terminar haciéndoles el juego a quienes deliberadamente nos excluyeron.
Estábamos debatiendo esas dudas, cuando otro compañero se acercó trayendo la bandera con la leyenda “Gloria a los 649 Héroes de Malvinas”.
Todos sentimos en nuestros corazones, en ese preciso instante, lo que terminaríamos haciendo pocos minutos más tarde. La presencia de nuestros queridos muertos disipó nuestras dudas, y la falta de organización y planificación que hasta ese momento nos envolvía.
Comenzamos a caminar en dirección a donde sabíamos que comenzaba el dispositivo de desfile. Uno de nosotros logró colarse entre las vallas, a contramano de las tropas que desfilaban, llevando la bandera. Otros tres fueron a hacer reconocimiento del terreno, para determinar dónde y cuándo convenía infiltrarse en el desfile. El resto se dirigió en la misma dirección, y fue este grupo el que determinó, finalmente, que lo hiciéramos cerca del palco oficial, pese a ser el movimiento más riesgoso, por el personal de seguridad que custodiaba el desarrollo del evento.
Curiosamente, nadie –policía, militar, seguridad privada-, nos detuvo. A apenas 50 metros del palco oficial, corrimos unas vallas para que ingresaran todos los “infiltrados” al desfile. Nos tuvimos que agachar para no impedir al público que estaba detrás nuestro, la visión de las tropas. Nos quedamos en esa posición, que resultaba un tanto ridícula, si se entendía como un intento de escondernos de quienes podrían intentar impedirnos nuestra inclusión en el desfile. ¡Escondidos a la vista de decenas de miles de personas!
Las miradas del personal militar que velaban por el desarrollo del evento eran más de angustia que de recriminación o amenaza. Se pusieron de frente nuestro durante los minutos previos a nuestro despliegue, observándonos, para luego marcharse resignadamente. Alguien iba a hacer, lo que ellos no pueden: un acto de dignidad.
Elegimos que desplegaríamos la bandera detrás de la agrupación militar que vestía uniformes que se usaron en la guerra, portando los estandartes de las unidades militares intervinientes en la defensa terrestre de Malvinas.
Lo que ocurrió a partir de ese momento, es la muestra más clara y definitiva de la situación de nuestra Nación.
Un pequeño grupo de gente decidida a no someterse a las decisiones del poder, levantando una bandera de homenaje a quienes dieron sus vidas por el conjunto de la sociedad. Un palco oficial heterogéneo, donde hubo gestos de emoción y de adhesión, y miradas cargadas de odio y de amenazas.
Y un pueblo decididamente emocionado, entusiasta, esperanzado, afectuoso, separado por las vallas –no completamente infranqueables, como se demostró- del poder, festejando su Gesta irreverente, identificando a su enemigo histórico, rindiendo homenaje a sus queridos muertos, agitando con fuerza sus banderas.
A pesar de las confusiones, de las contradicciones, de las paradojas. Firme en su destino, con conciencia de su Ser.
Fueron seiscientos metros de celebración verdadera. De ganas de victoria. De Reafirmación popular absoluta de la lucha. De lágrimas sinceras. De auténticos “Viva la Patria” y “Argentina, Argentina” más profundos que ante la Selección Nacional en el Mundial de Fútbol.
Hubiera sido mejor que estuviéramos todos los que peleamos en Malvinas, y los que perdieron un ser querido en su defensa. No pudo ser.
Pero si queremos, lo hacemos. Y quizás, si los compañeros así lo deciden, sea el 25 de Mayo. Falta una eternidad tan grande como 24 horas…

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