martes, 26 de junio de 2007

¡Villa Manuelita NO SE RINDE!


El 16 de septiembre de 1955, se producía el golpe organizado por religiosos y realizado por civiles y militares antiperonistas. Los “comandos civiles” se dedicaron a cazar peronistas en todo el país, y entregarlos a los militares y a la policía golpista. En Rosario, el pueblo peronista se preparaba para resistir el golpe. Panaderos, pizzeros, pasteleros, trabajadores del gremio de la madera, hicieron barricadas en las calles, en las esquinas, cortaron el tránsito. La CGT lanzó a los obreros a las calles en grandes columnas. Los trabajadores fueron atacados por helicópteros que tiraban bombas de gases y por francotiradores de los “comandos civiles” compuestos por socialistas, comunistas, religiosos y radicales que disparaban desde los techos.

Estados Unidos, Inglaterra y Uruguay – entre otros- se apuraron en reconocer al gobierno de los golpistas.

Pero, en una de las villas de Rosario, se vivió un ejemplo de conmovedora dignidad. Una trabajadora del frigorífico Swift, de pronto, giró su cabeza hacia la entrada de la villa y, dirigiéndose hacia un enemigo aún invisible, empezó a agitar la ropa que estaba lavando y gritó: “¡Vengan! ¡Tiren! ¡No les tenemos miedo! ¡Viva el general Perón, carajo! ¡Viva la compañera Evita! La rebelión se desató, el resto de las mujeres dejaron de lavar y comenzaron a levantar enormes piedras para bloquear las vías del tranvía. De una casilla llevaron una pila de delantales blancos que otras mujeres unieron con alfileres, uno al lado del otro hasta reunir varios metros, sobre esta bandera improvisada que colocaron en el tanque de agua, escribieron con brea “Todos los países reconocen a Lonardi. VILLA MANUELITA, NO”. Los hombres aparecieron con hachas para cortar los eucaliptos y cruzarlos delante de las tanquetas. Villa Manuelita era una república que se atrincheraba para la guerra.

Por Abanderado Grandoli avanzaba una formación del ejército con la intención de tomar el tanque de agua para quitar la bandera; de la columna militar se desprendieron tres soldados, las mujeres se pusieron adelante y desprendiéndose las camisas y mostrando los pechos, levantando sus pequeños hijos que lloraban, hacia el cielo lluvioso; desafiaban: “¡Adelante!... ¡mátenlos!... ¡asesinos!... ¡tiren cobardes!”. Los soldados dieron vuelta, uno de ellos lloraba…Villa Manuelita, no se rendía. El ejército hizo otros tres intentos por sacar la bandera, siempre fueron corridos a pedradas y ladrillazos hasta fuera de la villa mientras les cantaban la “marchita”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Villa Manuelita NO!!!
Jajajaja!
Un emocionante ejemplo de dignidad...
gracias por contar esta historia.
El Vasco Juan