20 de Noviembre - Día de la Soberanía Nacional
El General Lucio V. Mansilla, ocupó con dos mil valientes las trincheras y baterías emplazadas en el lugar, se tendieron de costa a costa tres gruesas cadenas cubiertas por banderas argentinas, sobre 24 lanchones, para impedir el paso de las embarcaciones anglo francesas.
El grito de mansilla surcó el aire: “…Considerad el tamaño del insulto que vienen haciendo a la Soberanía de nuestra República, sin más título que la fuerza con que se creen poderosos. ¡Pero se engañan esos miserables aquí no lo serán!... ¡Vamos a probarlo! ¡Ya no hay paz con la Francia ni con la Inglaterra! ¡MUERAN LOS ENEMIGOS! Tremole en el Río Paraná y en sus costas el Pabellón Azul y Blanco y muramos todos antes que verlo bajar de donde flamea…”
El rugir de los cañones y el grito de miles de gargantas argentinas desgarraron la mañana. Los cañones bramaban en defensa de la bandera agraviada, mientras los bravos patriotas luchaban a destajo entonando el himno nacional.
Noventa buques mercantes remontaban las aguas del Río Paraná custodiados por una poderosa flota de barcos de guerra ingleses y franceses, las mayores potencias militares del momento, con casi cien cañones a bordo. Poco más de 2.000 hombres, soldados regulares y gauchos, y 21 cañones de pequeño calibre bastaron para demostrar que no nos entregaremos jamás.
Las naves anglo-francesas consiguieron romper las cadenas, siguiendo su curso aguas arribas, dañados profundamente por el bravo combate, unos meses después, el 4 de junio de 1846, la patria, otra vez bajo el mando de Mansilla, se cobraría revancha en El Quebracho y San Lorenzo, en otra muestra de coraje.
Las pérdidas sufridas por los invasores y la bravura de nuestros hombres lograron finalmente que los gobiernos extranjeros ordenaran el retiro inmediato e incondicional de sus escuadras en el Plata desagraviando al pabellón argentino con 21 cañonazos.
Si nada de esto se recuerda, los muertos murieron en vano. Habremos perdido hoy, finalmente, aquella batalla.
Natalia Jaureguizahar
Agradecemos al compañero Horacio Milanesio, de Editorial "Tiza y Carbón", por aportar las imágenes.
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